jueves, 1 de septiembre de 2011

La Niña Lucía

BASADA EN UNA HIISTORIA REAL,
LOS NOMBRES FUERON CAMBIADOS 
A PETICION DEL INTERESADO

POR:Arsenio Acosta


Nosotros llegamos a vivir ahí en la casa grande, bueno no en la casa sino en una casa que rentan en el mismo terreno. Cuando mi esposo se metía a bañar, siempre le apagaban el boiler y siempre pasaba igual con él. Salía gritando enojado, a nosotros no nos lo apagaban. Ahora que, quien lo apagaba, nunca lo supimos, pero lo apagaban. Como matrimonio joven teníamos una niña nada más.

La niña agarraba sus muñecas y decía que jugaba con otra niña y le decía que se llamaba Lucía. Yo la oía platicar sola, decía: ahora, ahora, te toca a ti Lucía. Cuando quería comer algo, siempre me decía, mami, dame zucaritas, pero dame por separado, en dos platos, es que la niña Lucía quiere también.

En el día, a todas horas jugaba con ella, porque todavía no iba al kinder y siempre estaba viendo la tele, según con la otra niña. Entonces se ponía a jugar y le decía, ten toma esta muñeca Lucía, y a la hora de comer, me volvía a repetir, mami, dale de comer a la niña Lucía.

Me quedaba de a seis ¿Pero cual niña Lucía, Tere?.(Así se llama mi hija) Le contestaba yo. Ésta niña que está parada aquí conmigo. ¿Es que yo no veo nada? Le contestaba. Sí mami, mírala ahí está la niña. Y nos quedábamos mirando mi esposo y yo. ¿Pero cuál niña, Tere?, Le volvía a contestar. Además, sólo tenemos 3 sillas. Una para tu papá, una para ti y otra para mí. Ya no tenemos más sillas. Pero insistía la chiquilla, sí pero también Lucía quiere comer.

Ya nos quedábamos así, mi esposo y yo. Le contestaba a la chamaca, hay Tere, estás loca. Y ella volvía a insistir, no mami, aquí está ella y le decía, Lucía haz algo, para que te vean. Y no, mejor ya no insistía más, ya me agarraba como miedillo y mi esposo ya ni comía y agarraba y se iba.

Me decía yo misma, esta Tere a lo mejor ve algo que yo no veo, y un día, cuando hubo oportunidad, que le platico a la dueña de la casa donde rentamos, en la Casa Grande, y ella nos dijo, que hace muchos años, allí vivió una persona llamada Lucía, que así se llamaba la duendecita, que fue la dueña de la Casa Grande. Pero yo insistía con la chamaca, ¿Hay Tere, de veras que la ves, dónde está?. Sí mami, contestaba la chamaca, aquí está y para todo la nombraba. Tere tenía afuera una bicicleta y jugaba con ella, le decía a Lucía que se subiera con ella y la paseaba. Pero nosotros nunca vimos nada, sólo la niña.

Entonces un día fuimos con la dueña de la Casa Grande, yo iba con mi hija, nunca habíamos entrado, nos la enseño, cuando entramos a la sala, la chamaca me dijo, mira mami, ésta es la niña Lucía. Esa es la niña que juega conmigo, dijo la niña, señalando la foto, sin que nadie le preguntara nada. Y yo, que le pregunto toda temerosa. Tere, ¿estás segura?. Me contestó convincente, sin titubear. Sí mami, así es.

Que agarro a la chamaca del brazo, salí disparada para mi cuarto. Y ya mejor nos fuimos de ahí. No puedo describir lo que sentí, pero me dio miedo.Le conté a mi esposo y nos tuvimos que salir de ahí, a vivir ahí ya no volvimos. En esa misma semana nos cambiamos a otro lugar.

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